Regalos de Dios
Los últimos cinco años han sido un regalo de Dios. Cuando el cáncer de mamas tuvo una metástasis a mi columna en 1997, supe que mi vida en la tierra era temporal. Sólo Dios sabe el número de mis años y Su tiempo es perfecto. Así que puse mi confianza en Él, y Él me dio estos últimos días para ver Su maravilloso plan en acción en la vida de aquellos que amo.
He sido bendecida al poder ver a mis tres nietos venir a este mundo, y conocer a cada uno de ellos como individuos únicos creados por Dios. Me gustaría poder seguir a su lado a medida que crecen para celebrar sus éxitos y ocasiones especiales con ellos, pero encuentro consuelo y seguridad al saber que esos regalos de Dios están siendo criados en un hogar cristiano.
El más grande regalo de Dios ha sido el ser testigo del regreso de mi hijo, Randall, a una fe creyente en Jesucristo, después de veinte años de preguntas, agnosticismo, y hasta ateísmo. Como madre creyente, mi ferviente oración a través de los años era que mi hijo se convirtiera en un "gran hombre de Dios," pero no vi señales de esto sino hasta el Día de la Madre del 2000, cuando se sentó a mi lado en la iglesia y cantó los himnos, escuchó el sermón con un corazón abierto, y tomó la comunión.
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