Toda la Armadura de Dios
Me volví a casar cuando mi hijo tenía cinco años. Me casé por el despecho. Mi segundo marido era muy "macho." Navegaba botes, competía con carros de carrera, y volaba aviones. Era un artista y músico. Podía construir cualquier cosa, podía arreglar cualquier cosa, e involucraba a mi hijo en todas estas actividades. Aunque traía alguna carga emocional, y los trabajos fijos lo "aburrían," encajaba bien en el papel de padrastro. Supongo que en mi mente no era el momento de ponerse reparos.
Afortunadamente, nuestra nueva familia asistía a la iglesia regularmente. Mi hijo asistía a la escuela dominical. Nos unimos a un pequeño grupo de hermandad cristiana (que todavía se reúne). Aunque teníamos la figura del "padre" de nuevo en la casa, yo insistí en ser la que disciplinara. Una vez usé un cucharón de madera ("el que evita la vara, echará a perder al hijo"). Empezamos a tener mascotas, muchos animales. En un corto tiempo tuvimos desde ratones hasta perros, desde un cerdo hasta un mapache.
Cuando mi hijo tenía cerca de siete años, añadimos aún más estabilidad a nuestras vidas. Nos mudamos a una verdadera casa en una comunidad "planeada." Ayudamos en los comienzos de una iglesia, donde yo era la "Superintendente de la Escuela Dominical" y mi esposo anciano gobernante. Comenzamos otro grupo de fraternidad cristiano en nuestra casa (el grupo ha crecido y todavía se reúne).
Establecimos la oración en la rutina de mi hijo, y él participaba en varias actividades y campamentos de la iglesia. Dirigíamos con el ejemplo y mi hijo respondía. A los siete años, mi hijo aceptó al Señor, de rodillas junto a su cama. Habíamos terminado de leer Efesios 6:10-18 juntos y mi hijo decidió que quería "ponerse la armadura completa de Dios" él mismo.
Toda la Armadura de Dios . .
Una última palabra: ¡Fortaleceos en el Señor con el poder Su fuerza! Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis resistir firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra carne y sangre, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, vestidos con la coraza de la justicia. Y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu. Velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.(Efesios 6:10-18)
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